En 2004 teníamos 210 mil hectáreas implantadas –veníamos de perder alrededor de 100.000 has– e incluíamos a 97.000 personas a través de puestos de trabajo directos.
Hoy, a pesar de la tremenda crisis que pesa sobre nuestra actividad, tenemos 224 mil hectáreas implantadas pero con 116 mil puestos de trabajo directos.
En 2004 exportábamos 370 millones de dólares en vino, mosto, uva de mesa y pasa de uva. Hoy hemos superado los 1.100 millones de dólares en exportación y hemos detenido la caída del consumo interno, lo que nos posiciona entre los diez principales países consumidores de vino del mundo.
Mercado externo.
Pero además, en 2004 prácticamente no estábamos presentes en las ferias y degustaciones internacionales más importantes del mundo. Hoy participamos y organizamos más de 150 acciones de promoción por año; celebramos del Día del Malbec en 50 países; y tenemos una promoción planificada, priorizando los países de destino que más importan a nuestro país.
Mercado interno.
El nivel de consumo interno argentino nos convierte en un mercado deseable para cualquier vitivinicultura. Nosotros nos ocupamos sostenidamente de contribuir a mantenerlo, son 1.000 millones de litros de vino los que vendemos aquí.
Hemos invertido, en la promoción interna y externa, 50 millones de dólares en estos diez años, mientras Francia invirtió 375 millones de euros, sólo en 2013; o España, que invirtió 472 millones de euros en el mismo año.
Somos 1.130 establecimientos vitivinícolas, para hacerle frente a cuatro grandes empresas de nuestra principal bebida sustituta en el mercado interno. Tenemos que enfrentar la potencia publicitaria de una marca monopólica que maneja el 80% de mercado, con alto poder de negociación y que significa al país 36.000 puestos de trabajo.
Le hacemos frente como el Vino Argentino que somos, como la Bebida Nacional que somos, le hacemos frente como el Vino que hoy celebra el Papa. Lo hicimos invirtiendo –con muchísimo esfuerzo– sólo el 10% de lo que invierte la cerveza en comunicación.